Vuelos a India y sus aeropuertos

Aunque antes de viajar a India hay que preparar el visado, voy a hablar de vuelos y aeropuertos.

Entre España e India no hay vuelos directos, así que implica realizar al menos una escala, bien en Londres, ya que British Airways (Iberia) tiene muchos vuelos a su antigua colonia, o bien en ciudades del Golfo Pérsico, como Doha o Dubai, ya sea con Qatar Airways o Emirates. Otras opciones con salidas europeas son Lufthansa, Air France, KLM, Swiss o Turkish.

Los precios de los vuelos rondan los 600 euros ida y vuelta, y de ahí en adelante y dependerá de los gustos aéreos de cada uno.

Dubai desde el avión

En cuanto a las líneas aéreas de India, debo decir que hay compañías de bajo coste, lo cual se agradece cuando se te plantea la disyuntiva de hacer ciertos trayectos de una hora en avión o 12 horas en tren. Aunque de eso ya hablaré un poco más adelante. En el Top 10 de compañías baratas de Asia se encuentran las indias Spice Jet (4º lugar) e IndiGo (6º). Hasta finales del año pasado existía una más: Kingfisher que entró en pérdidas y ahora sus aviones pueden verse aparcados en diferentes aeropuertos del país. La aerolínea tiene el mismo nombre y logo que una marca de cerveza y es que los dueños eran la propia compañía cervecera (UB Group).

Oficina de Kingfisher abandonada en el aeropuerto de Chennai

La compañía de bandera es Air India, que a veces tiene precios competitivos con respecto a las baratas. También está GoAir y Jet Airways, con sus marcas Jet Konnect y Jet Lite. Estas últimas no las he probado, en el caso de Jet Airways porque los precios me parecen un poco caros. 

Tanto Air India como Jet Airways pertenecen al programa Miles and More de Lufthansa. 

Instrucciones de seguridad de Air India 

Instrucciones de seguridad de IndiGo

En cuanto a los aeropuertos hay que decir que excepto en el caso de la terminal de vuelos domésticos de Chennai, el resto de los que he visto se encuentran generalmente todos muy nuevos y con todo tipo de facilidades y servicios.

Aeropuerto de Mumbai

Aeropuerto de Hyderabad

Aeropuerto de Delhi

Una de las cosas que más me llamó la atención en mis idas y venidas por aeropuertos fue la poca gente que había. Lo lógico era pensar que en un país de más de 1.200 millones de habitantes transitar por un aeropuerto y pasar los controles tenía que ser un infierno, y nada más lejos de la realidad. Esto se explica de una manera muy sencilla: mucha gente gana sueldos tan bajos (algunos, 80 euros al mes e incluso menos), de manera que comprar un vuelo de 200 euros es poco más que un lujo. Y lo más barato es el tren.

Ahora, las medidas de seguridad son demenciales. Primero, para entrar en los aeropuertos tienes que presentar el papel de la reserva (aunque parece que últimamente admiten también si la llevas en el móvil) y el pasaporte en la puerta a unos guardias. Si alguien te acompaña, o se queda fuera o entra en un pequeño corralillo habilitado en el interior, con lo cual no te hace ninguna compañía. En los mostradores de facturación nunca he hecho colas de más de 10 minutos. Después vuelves a presentar los billetes y pasas el escáner de equipajes. En este punto es importante que cada bulto lleve colgada una etiqueta (te las suelen dar al facturar) porque una vez pasan los rayos te tienen que poner un sello en cada etiqueta.

Las mujeres pasamos por arcos de seguridad distintos a los de los hombres que desembocan en un cuarto semicerrado donde una chica de seguridad nos pasa un detector por el cuerpo y nos sella la tarjeta de embarque, así que no hay que olvidársela en la bandeja del escáner.

Después recoges tu equipaje, quizá te vuelvan a pedir el pasaporte. No importa si sólo has caminado dos metros ni que tu identidad siga siendo la misma (¿Hay posibilidad de cambiazo?). Si pasas frontera además encontrarás un hombrecillo que comprobará si llevas bien el sello en tu pasaporte (¿A algún policía se le olvida?).

Ya en la puerta de embarque te comprobarán la identidad de nuevo y encontrarás un militar que comprobará que todas y cada una de las etiquetas del equipaje de mano llevan su sello correspondiente. Como no sea así, te toca volver al escáner. Así que es mejor comprobarlas siempre, no perderlas y llevarlas bien a la vista.

Y todavía puede darse alguna otra circunstancia más. En el caso de que hagas escala dentro de India, es frecuente que sea el mismo avión el que haga los dos trayectos, de modo que los pasajeros que continúan se quedan dentro y se bajan los que no continúan. Todavía encontrarás al personal de tierra que te pide el billete al bajarte a la pista (que yo siempre pienso: si he comprado un billete al otro destino y probablemente más caro, ¿para qué voy a bajarme a medio camino?).

El otro día incluso había media docena de trabajadores del aeropuerto comprobando mediante las etiquetas de los equipajes que la maleta que acababa de recoger de la cinta era la mía y no la de otra persona. Y aún ya con la maleta, todavía tendrás que pasar el equipaje de mano por un escáner final antes de salir.

Por último, y no menos importante, es que hay que rellenar una tarjeta con los datos del pasajero cada vez que se llega procedente del extranjero. Este papel tiene dos partes: la tarjeta de llegada y otra parte pequeña para la aduana, donde se te pregunta si traes productos cárnicos, etc. La parte grande se entrega en la frontera y la pequeña a un hombre después de coger la maleta, quien no comprueba si realmente llevas allí jamón ibérico o no. El otro día había incluso un pasajero sobornando con dólares a uno de estos empleados a saber por qué. Y si sales fuera de India también hay que rellenar un papel de salida. Un bolígrafo se hace indispensable.

No voy a decir que la seguridad sea innecesaria pero sí que en algunos casos es exagerada, pesada e incluso ridícula. Además los sistemas de seguridad se invalidan a sí mismos desde el momento en el que tienes una cadena de personas, unas detrás de otras para comprobar que el anterior lo haya hecho bien. Nadie parece tener autoridad suficiente para darte por válido algo una sola vez, de forma que es una seguridad que desconfía de su propio personal y, en consecuencia, del pasajero.

¡No te olvides la paciencia en casa!